Las calles empedradas del Centro Histórico de Cartagena guardan innumerables secretos de la época colonial. Entre sus murallas, balcones de madera y casas de colores, hay un detalle que pocos pasan por alto: las aldabas. Estos llamadores de bronce o hierro forjado no solo servían para anunciar la llegada de visitantes, sino que también eran un símbolo de poder, jerarquía y oficio.
Cada aldaba contaba una historia. Su diseño no era producto del azar, sino de un código social en el que la imagen de un animal o una figura indicaba la posición y la ocupación de los dueños de la casa.
Estos elementos siguen siendo un atractivo para turistas y estudiosos del patrimonio, ya que reflejan el esplendor de una Cartagena que fue epicentro del comercio, la política y la cultura en la América colonial.
Orígenes de las aldabas en las puertas de la casas del Centro Histórico
El uso de este elemento en las puertas de las casas no es exclusivo de Cartagena. Su origen se remonta a la antigua Roma y la cultura islámica, donde estos herrajes cumplían la función de protección y estatus. Durante la Edad Media, en Europa, las aldabas adquirieron una connotación simbólica y se convirtieron en distintivos de familias aristocráticas y de las funciones que se ejercían en el interior de la casa.
Con la llegada de los españoles a América, las costumbres arquitectónicas europeas se trasladaron al Nuevo Mundo. Cartagena, como una de las ciudades más importantes del Virreinato de la Nueva Granada, adoptó esta tradición. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, las familias influyentes que habitaron estas tierras mandaban a fabricar estos objetos con diseños personalizados, muchas de ellas traídas desde España o elaboradas por herreros locales.
Orígenes de las aldabas en las puertas de la casas del Centro Histórico
El uso de este elemento en las puertas de las casas no es exclusivo de Cartagena. Su origen se remonta a la antigua Roma y la cultura islámica, donde estos herrajes cumplían la función de protección y estatus. Durante la Edad Media, en Europa, las aldabas adquirieron una connotación simbólica y se convirtieron en distintivos de familias aristocráticas y de las funciones que se ejercían en el interior de la casa.
Con la llegada de los españoles a América, las costumbres arquitectónicas europeas se trasladaron al Nuevo Mundo. Cartagena, como una de las ciudades más importantes del Virreinato de la Nueva Granada, adoptó esta tradición. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, las familias influyentes que habitaron estas tierras mandaban a fabricar estos objetos con diseños personalizados, muchas de ellas traídas desde España o elaboradas por herreros locales.
Jerarquía social: un símbolo de poder
En la Cartagena colonial, la sociedad estaba rígidamente estratificada. La nobleza, los comerciantes, los militares y la Iglesia ocupaban los niveles más altos, mientras que artesanos, esclavos y criados conformaban los estratos más bajos. Esta jerarquía se reflejaba en las puertas de las casas.
Las aldabas más grandes y elaboradas pertenecían a familias con mayor poder económico y social. Una aldaba de gran tamaño era una señal de prestigio, pues demostraba que la familia tenía los recursos para encargar un diseño exclusivo. Por el contrario, en casas más modestas, las aldabas eran pequeñas y menos ostentosas, aunque seguían siendo un elemento funcional y decorativo.
El Caribe: significado de los animales en las aldabas
León: representaba la fuerza, la valentía y la nobleza. Las casas con aldabas en forma de león solían pertenecer a militares de alto rango o familias con títulos nobiliarios. Era un símbolo de poder y respeto.
Pez: vinculado al comercio marítimo y la prosperidad. Estas aldabas solían encontrarse en casas de mercaderes y navieros, quienes dependían del mar para sus negocios.
Lagarto o caimán: asociado a la protección y la vigilancia. Se creía que la presencia de un lagarto en la puerta alejaba a los malos espíritus y brindaba seguridad al hogar.
Caballo: simbolizaba la velocidad, la fuerza y el liderazgo. Era común en las casas de altos funcionarios y militares, quienes veían en este animal un reflejo de su autoridad.
Seres mitológicos: algunas aldabas representaban figuras fantásticas como dragones o sirenas, que evocaban la conexión entre Cartagena y el mar, además de ser símbolos de poder y misterio.
La transformación con el paso del tiempo
Con la llegada de la modernidad y la implementación de nuevos sistemas de seguridad, las aldabas fueron perdiendo su función original. Sin embargo, su valor patrimonial y estético las mantuvo como un elemento distintivo en las casonas del Centro Histórico.
Muchas de las aldabas que adornan las puertas de Cartagena han sido restauradas o reemplazadas por réplicas, para evitar el robo de las piezas originales. La demanda de antigüedades ha llevado a la comercialización ilegal de estos herrajes, lo que ha obligado a los propietarios a proteger estos símbolos históricos.
Pese a estos desafíos, las aldabas siguen siendo un atractivo turístico. Los guías que recorren la ciudad suelen hacer una pausa en las casas con los diseños más llamativos, explicando su significado a los visitantes. También han inspirado a artistas y artesanos locales, quienes replican los diseños en souvenirs y piezas decorativas.
El auge del turismo en Cartagena ha revalorizado estos elementos arquitectónicos. Para muchos visitantes, recorrer las calles del Centro Histórico en busca de aldabas es una forma de descubrir la historia de la ciudad a través de sus detalles más icónicos.